La elección de un Papa es un acto profundamente espiritual y, al mismo tiempo, regulado por normas precisas de la Iglesia, destinadas a garantizar el orden, la libertad y el discernimiento en el proceso. Pero ¿qué sucede cuando los cardenales reunidos en Cónclave no logran llegar a un consenso después de varias votaciones?
Aunque rara, esta situación ya ha ocurrido en la historia de la Iglesia y plantea una cuestión importante: ¿cómo proceder cuando el estancamiento persiste? La Tradición de la Iglesia, con su sabiduría, prevé esta posibilidad y ofrece caminos fundamentados en el bien de la Iglesia y en la escucha del Espíritu Santo.
El número de escrutinios permitidos
Desde la promulgación de la constitución apostólica Universi Dominici Gregis por San Juan Pablo II, el proceso de elección papal ha sido claramente reglamentado:
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Se permiten hasta cuatro votaciones por día: dos por la mañana y dos por la tarde.
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Después de tres días de votaciones sin resultado, los cardenales hacen una pausa de un día para oración, reflexión y una breve exhortación espiritual.
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Este ciclo puede repetirse varias veces.
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Si después de 33 o 34 escrutinios (aproximadamente 13 días) no se elige a nadie con dos tercios de los votos, los cardenales deben hacer una pausa más larga, con oración más intensa y, eventualmente, reconsideración de los nombres propuestos.
Cambios en las normas a lo largo de la historia
Históricamente, cuando la elección se atascaba —como en el caso del cónclave de Viterbo (1268–1271)—, la Iglesia se vio obligada a intervenir con nuevas normas. Después de esa elección, el Papa Gregorio X introdujo la obligación del aislamiento de los cardenales y la reducción progresiva del confort (alimentos, alojamiento), lo cual fue más tarde incorporado a la práctica del Cónclave.
Durante el siglo XX, el Papa Juan Pablo II prohibió cualquier forma de elección por mayoría simple (50% + 1), exigiendo siempre dos tercios de los votos válidos para que un Papa sea válidamente elegido. Esta norma fue mantenida por Benedicto XVI y reforzada por Francisco.
¿Qué sucede si el estancamiento continúa?
Si no hay consenso después de muchos escrutinios, los cardenales deben seguir rezando y votando, sin prisa ni presión, hasta que se alcance la mayoría cualificada. Hoy no existe un número máximo absoluto de votaciones —el proceso puede, en teoría, prolongarse durante semanas.
El Espíritu Santo no está limitado por el tiempo humano. Incluso ante los bloqueos, la Iglesia cree que Dios guía la elección, aunque permita pruebas y demoras para purificar las intenciones o madurar las decisiones.
“El tiempo de espera es, a veces, la escuela misma del Espíritu, donde Dios habla en el silencio y en la perseverancia de los justos.”
El riesgo de estancamiento y la necesidad de oración
Los cónclaves prolongados suelen revelar divisiones internas o crisis más profundas en la Iglesia. Por eso, los fieles están llamados a intensificar sus oraciones, no solo para que se llegue rápidamente a un nombre, sino para que se elija a aquel que Dios ya ha preparado para guiar a su Iglesia.
Las votaciones largas no son signo de fracaso, sino que pueden ser un tiempo de prueba y discernimiento, que invita a cada cardenal a dejar de lado sus preferencias personales y las ideologías humanas, para escuchar con humildad la voz del Espíritu Santo.
Conclusión
Si no hay elección después de muchos escrutinios, la Iglesia no entra en desesperación. Continúa confiando en la acción de la Providencia, que sabe transformar los tiempos de estancamiento en momentos de purificación y fidelidad. La perseverancia de los cardenales, unida a la oración del pueblo fiel, acabará por abrir el camino a la manifestación de la voluntad de Dios.
“El Papa será elegido no cuando los hombres lo decidan, sino cuando Dios toque los corazones de sus electores.”
(Sabiduría tradicional de la Iglesia)
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