10 de dezembro de 2025

VISITANDO AL SANTÍSIMO

Un sacerdote que rezaba el Oficio Divino en un rincón de la iglesia, sin que nadie lo viera, fue testigo de una graciosa visita al Santísimo.

Se acercaron a la barandilla del altar dos niños: Lino, de seis años, y su hermanito, de tres. El mayor tomó por la cintura al pequeño, lo levantó y lo mantuvo de pie sobre la barandilla. Con la mano libre tomó la manecita de su hermano para persignarlo y, a continuación, rezó con él esta breve oración:

“Jesús mío, te amo con todo mi corazón.”

Repitió estas últimas palabras, poniendo la mano sobre el pecho para indicar el corazón.

Terminada la oración, Lino explicó al hermanito:

“Mira, el buen Jesús está dentro de esa casita. Las imágenes que ves arriba son retratos de Jesús y de su santa Madre.”

El pequeño miraba atentamente con sus grandes ojos negros la imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón y, de pronto, preguntó:

“Lino, ¿Jesúsito me quiere a mí también?”

“Sí”, respondió Lino; “mira cómo nos muestra su corazón con la mano izquierda y con la derecha nos señala a su Madre.”

“¿Por qué?”, insistió el pequeño.

Entonces Lino, lentamente, indeciso, se atrevió a balbucear:

“Tal vez Jesúsito quiera que pidamos permiso a su mamá para quedarnos con Él.”


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