30 de novembro de 2025

VALIENTES CRUZADITOS

Un domingo de abril innumerables niños de Liverpool (Inglaterra) acudieron a una reunión festiva en el vasto Salón de San Jorge. Cada parroquia había enviado a los niños de la Cruzada Eucarística, y eran tantos que muchísimos tuvieron que quedarse fuera, en la plaza.

Durante la plática, el Arzobispo les preguntó:
“¿Sois todos caballeros y pajes del Santísimo Sacramento?”
“¡Sí, señor!” gritaron todos.
“¿Y cuántos comulgan cada mes?”
Muchas madrecitas levantaron tímidamente la mano.
“¿Y cuántos comulgan cada semana?”
Todos gritaron levantando las manos.
“¿Y cuántos comulgan todos los días o varias veces por semana?”
También esta vez se levantaron todas las manos.

a) Un misionero del lejano Oriente, al ver a un jovencito muy recogido y devoto ante el altar del Santísimo, le preguntó:
“José, ¿qué haces ahí tanto tiempo y qué le dices a Jesús?”
“Nada, Padre, porque no sé leer en los libros. Solo expongo mi alma al Sol.”

b) A sus Cruzaditos más pequeños, un Vicario les preguntó:
“¿Cuántas veces se debe comulgar?”
“Muchas veces, Padre.”
“Bien; ¿y quién sabe decirme por qué?”
“Yo, Padre, yo lo sé. Jesús tomó el pan para mostrarnos que debemos comerlo todos los días; porque si hubiera tomado el postre, diríamos que solo se debe comulgar en los días de fiesta.”

c) En una calle de Múnich, ciudad de Baviera, una niña de siete años avisa a su mamá que se acerca un sacerdote con el Santísimo.
“No es nada importante,” responde la madre. “Va a visitar a un enfermo.”
“Arrodillémonos, mamá, ya viene.”
“¿Qué te pasa, tontita? ¡Anda!”
“Mamá, es el buen Dios, arrodíllate,” suplica la niña, que permanece de rodillas.

¿Dónde aprendió ese angelito tan grande respeto al Santísimo, sino en la Cruzada Eucarística?


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