11 de dezembro de 2024

¿Por qué hablar nuevamente sobre el chisme?

Queridos Amigos y Lectores, ¡Salve María!

¿Por qué hablar nuevamente sobre el chisme?

El chisme, a menudo, se comporta como un ciclo interminable, una especie de retroalimentación que se mantiene viva por la repetición y el constante deseo humano de información, sea verdadera o no. Cuando parece que el impacto inicial de un chisme comienza a desvanecerse, surge la necesidad casi automática de reavivarlo, como si fuese una llama que no puede apagarse.

Este fenómeno no ocurre por casualidad: el chisme encuentra su fuerza en la vulnerabilidad ajena y en el placer momentáneo de compartir algo que nos pone en evidencia. Sin embargo, lo que tal vez no nos damos cuenta es que este ciclo no solo perpetúa los daños causados inicialmente, sino que también amplifica sus consecuencias. Al traer el tema nuevamente, queremos reflexionar sobre la necesidad de romper esta cadena perjudicial.

Hablar de chisme es hablar de nosotros mismos, de cómo nos relacionamos y de cómo podemos, con conciencia y empatía, transformar una cultura de exposición en una cultura de respeto. Al final, romper este ciclo depende de elecciones diarias y de una mirada más atenta hacia las palabras que compartimos.

EL PROBLEMA
El chisme es un problema que encontramos dentro de la familia, con los vecinos, en el lugar de trabajo, en nuestro círculo de amistades e incluso en los entornos religiosos (parroquias y apostolados).

A menudo creemos que el problema está solo en quien propaga el chisme, pero quienes lo escuchan con gusto también cometen el mismo pecado.

COMPRENSIÓN
El octavo mandamiento prohíbe cualquier ofensa contra el honor del prójimo y toda falsedad.

El honor (la buena reputación) es un bien muy valioso, porque permite a las personas adquirir bienes temporales y eternos.

Por ello, es recomendable obtener y mantener una buena reputación ante los demás, lo que se logra haciendo buenas obras incluso delante de los hombres y defendiendo nuestro honor cuando es injustamente mancillado.

También estamos obligados a evitar todo lo que ofenda la reputación del prójimo: la sospecha y el juicio temerario, la difamación, la calumnia, el insulto y la aceptación favorable de murmuraciones contra el honor del prójimo.

La calumnia consiste en atribuir al prójimo faltas que no ha cometido; cuando esta denuncia se hace ante una autoridad, se convierte en una acusación falsa.

Quien escucha con gusto palabras que ofenden el honor del prójimo comete el mismo pecado que quien las pronuncia.

Lesionar el honor del prójimo es un pecado mayor cuanto mayor es el daño que se le causa.

Cualquiera que haya dañado la reputación del prójimo está estrictamente obligado a repararla, ya sea pidiendo disculpas cuando lo hizo en secreto o mediante una retractación cuando lo hizo públicamente. Quien no quiera reparar el daño causado a la reputación del prójimo no puede obtener el perdón de Dios ni la absolución del sacerdote.

Quien juzga duramente al prójimo será un día juzgado severamente por Dios. Juzgar al prójimo es una injusticia contra Dios porque interfiere en Su jurisdicción. Quien destruye la reputación del prójimo es a menudo castigado severamente por Dios en esta vida, cayendo en la desgracia que preparaba para otros. Quien tiene el hábito de dañar la reputación del prójimo está en camino hacia la condenación eterna.

UNA SUGERENCIA PARA EVITAR EL CHISME
Un joven se acercó a Sócrates y le dijo que necesitaba contarle algo sobre alguien.

Sócrates levantó la vista del libro que estaba leyendo y preguntó:
– Lo que vas a contarme, ¿ha pasado por los tres filtros?
– ¿Tres filtros? – preguntó el joven.
– ¡Sí! El primer filtro es la VERDAD. Lo que vas a contarme, ¿es un hecho? Si lo escuchaste de alguien más, entonces debe morir aquí. Supongamos que sea verdad. Debe pasar por el segundo filtro: la BONDAD. Lo que vas a contar, ¿es algo bueno? ¿Ayuda a construir o a destruir el camino o la reputación del prójimo? Si lo que quieres decir es verdad y es bueno, aún debe pasar por el tercer filtro: la NECESIDAD. ¿Es necesario contarlo? ¿Resuelve algo? ¿Ayuda a la comunidad? ¿Puede mejorar el mundo?

Sócrates concluye:
Si pasa por los tres filtros, cuéntalo. Tanto yo como tú, y también tu hermano, nos beneficiaremos. De lo contrario, olvídalo y entiérralo. Será un chisme menos que envenene el ambiente y fomente la discordia entre hermanos y compañeros del planeta.

CONCLUSIÓN
El chisme puede ser un pecado grave.

El "chisme", en términos técnicos, abarca dos pecados: la maledicencia y la murmuración.

El primero, la maledicencia, consiste en revelar los pecados y defectos de otros para dañar su reputación. Puede ser que lo que se dice del prójimo no sea inventado –lo que sería una calumnia–, pero aun así, se trata de un pecado grave. Santo Tomás de Aquino enseña que "privar a alguien de su reputación es algo muy grave, porque la reputación es el más precioso de los bienes temporales y, sin ella, la persona se encuentra imposibilitada de realizar muchos bienes".

El Catecismo de la Iglesia Católica dice que "la maledicencia y la calumnia hieren las virtudes de la justicia y la caridad". Por ello, aunque las personas cometan errores y faltas, es importante cubrirlas con un velo de caridad, como los hijos de Noé cubrieron la desnudez de su padre en el Antiguo Testamento (cf. Gn 9, 23).

Es lícito, cuando hay una razón grave, revelar las faltas de alguien. Este es el caso de los políticos, quienes están sujetos a la evaluación pública cuando lo que hacen afecta al bien común o compromete el desempeño del cargo que ocupan o que ocuparán.

El segundo, la murmuración, consiste en revelar los pecados y defectos de otros para destruir una amistad. Por este motivo, Santo Tomás enseña que la murmuración es mucho peor que la maledicencia, ya que la amistad es un bien mucho mayor que la buena reputación: "Un amigo es el más precioso de los bienes exteriores".

Por lo tanto, ya sea para hablar o para callar, es necesario actuar con caridad, "que es el vínculo de la perfección" (Col 3, 14).

Nota: Nuestro texto es una recopilación de varios otros textos.

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