Año 513, Seleucia, Anatolia
Si maravillosa y sorprendente es la transubstanciación que, en virtud del poder eficaz comunicado por Dios a las palabras del sacerdote, se realiza en la sacrosanta Eucaristía convirtiendo la substancia del pan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, no es menos admirable que las especies sacramentales, por la omnipotente mano del Altísimo, germinen y produzcan lozanas y exuberantes espigas de trigo, como lo atestigua el siguiente relato histórico:
Después de Pascua recibió la orden de ir a Constantinopla por un asunto urgente y, al partir, olvidando por completo los santos Misterios, entregó la llave del armario a su amo.
Llegó el día solemne de la Cena del Señor, y como el criado aún no había regresado de su largo viaje, le pareció al amo conveniente quemar aquellas Formas antiguas para que no permanecieran por más tiempo encerradas. Pero —¡oh prodigio!— al abrir el armario, ve con asombro que habían germinado y producido un ramillete de hermosas y doradas espigas de trigo.
Atónito y espantado ante tan gran maravilla, convocó de inmediato a todos sus domésticos y, clamando “Señor, ten piedad de nosotros”, se dirigieron en devotísima procesión a la iglesia para presentar las espigas milagrosas al santo obispo Dionisio, relatándole el portento sucedido, presenciado por innumerables personas de todas las edades y condiciones. Mientras unos repetían “Señor, ten piedad de nosotros”, otros daban gracias incesantes a Dios por tan raro milagro, que motivó la conversión de muchos a la fe ortodoxa.
(Baronio, Annales Ecclesiastici, tomo 6, pág. 626, litt. b.c.)
Nenhum comentário:
Postar um comentário