La muerte o renuncia de un Papa inicia para la Iglesia Católica un período llamado Sede Vacante, expresión latina que significa “Sede Vacía”; es decir, la Cátedra de San Pedro está temporalmente sin ocupante. Este tiempo está marcado por profundo respeto, oración y preparación para la elección del nuevo Sucesor de Pedro, conforme a la Tradición bimilenaria de la Iglesia.
1. ¿Qué es la Sede Vacante?
Durante la Sede Vacante:
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Todos los poderes de gobierno propios del Papa cesan inmediatamente.
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Los dicasterios (órganos del gobierno central de la Iglesia) también ven suspendida su autoridad ordinaria, salvo algunos asuntos administrativos indispensables.
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La Iglesia permanece en estado de espera y oración, confiando plenamente en la Providencia divina.
El Colegio de Cardenales, presidido por el Cardenal Camarlengo, asume provisionalmente la coordinación de los asuntos más urgentes. Este tiene la tarea de administrar el patrimonio de la Santa Sede y velar por la correcta preparación del Cónclave, sin tomar decisiones que correspondan exclusivamente a la autoridad papal.
2. La verificación de la muerte y los primeros ritos
Si la Sede Vacante es causada por la muerte del Papa:
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El Cardenal Camarlengo certifica oficialmente el fallecimiento.
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El Anillo del Pescador (anillo personal del Papa, símbolo de su autoridad) es destruido para impedir falsificaciones de documentos.
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Se celebra el Novendialium, es decir, nueve días de Misas y oraciones públicas por el Papa fallecido.
Si la vacancia ocurre por renuncia (como en el caso de Benedicto XVI), la Sede Vacante comienza a partir de la fecha y hora previamente establecidas en el acto de renuncia.
3. Las Congregaciones Generales de los Cardenales
Mientras toda la Iglesia se une espiritualmente en oración, el Colegio de Cardenales organiza las llamadas Congregaciones Generales:
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Participantes: Todos los cardenales presentes en Roma, incluidos los mayores de 80 años que no votarán en el Cónclave.
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Objetivos:
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Tratar los preparativos prácticos y logísticos para el Cónclave (lugar, seguridad, alojamiento).
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Deliberar sobre el día de inicio del Cónclave.
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Reflexionar sobre la situación de la Iglesia en el mundo y los desafíos que enfrentará el nuevo Papa.
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Fomentar el conocimiento mutuo entre los cardenales, especialmente porque muchos se ven en persona por primera vez.
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Estas reuniones son momentos importantes de oración y de intercambio de impresiones, pero no son campañas electorales. Según la tradición y las normas canónicas, está absolutamente prohibido hacer propaganda personal o pactos políticos para favorecer candidatos —una protección contra los intereses mundanos y un llamado a la pureza de intención.
4. La preparación espiritual
Antes de la apertura oficial del Cónclave:
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Se invita a todos los fieles a intensificar sus oraciones por la elección del nuevo Papa.
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Se alientan novenas, rosarios, Misas y actos de adoración y penitencia para invocar la asistencia del Espíritu Santo sobre los cardenales electores.
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Los propios cardenales deben examinar su conciencia, pedir perdón por sus pecados e implorar el don de la sabiduría divina.
Así, toda la Iglesia —visible e invisible, militante y triunfante— se une en un solo espíritu de fe y esperanza, confiando en la promesa de Cristo:
"Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella." (Mateo 16, 18)
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